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martes, 7 de octubre de 2014

Relatos y Leyendas: La inquisición en Monclova


Según crónicas obtenidas del Archivo General de la Nación, el 15 de septiembre de 1748 se presentó don Phelipe Joachin de Iruegas, teniente del presidio de la villa de Monclova, con el comisario de la Santa Inquisición, cura y vicario de dicha villa, y le presentó una “(…) bolsa de mujer, de bombasí azul nueva y en ella un atado con piedra imán envuelta en unos cabellos llena de limadura; otros envoltorios de otros cabellos distintos (…) pedacitos de hierba (…) un hilo con muchos nudos (…) muchos papelitos cortados (…)”.

Fuente: Conrado García Jazmín La declaración de la dueña de esa bolsa ante el comisario, en la que no solo implica a una cantidad de personas, sino que revela prácticas calificadas por la iglesia como hechicería, da lugar a una verdadera cacería de brujas en Coahuila que trastornará la vida cotidiana durante los tres años siguientes y que culminará con una obligada consulta al Tribunal de la Santa Inquisición en la capital virreinal en 1751.

 La peculiaridad del expediente radica en que todo el proceso inquisitorial gira en torno a una bolsa repleta de “artefactos” raros, a los cuales las autoridades no pueden atribuir un nombre ni significado de uso. Es fácil imaginar la cara de aquel cura de ciudad fronteriza, buscando dar una explicación al teniente, acerca de los objetos encontrados.

Los primero que hizo fue identificar a quien pertenecía la bolsa; después, qué eran, cómo se llamaban y finalmente para qué servían los diferentes objetos contenidos en ella.

Por lo tanto, la investigación asume rasgos muy particulares desde el momento en que se empieza a buscar, tanto al propietario como el significado mismo y la utilidad de cada cosa. Debido a la mentalidad de la época –podría decirse, incluso, que de cualquier época, incluyendo la actual-, el desconocimiento o la incomprensión se enmascara tras la etiqueta de lo inexplicable y lo oculto, algo que en 1748 buen pudo recibir el nombre de “mágico” o, incluso, “maléfico”.

Hay que recordar que esa época se vivía en un entorno de colonización de la provincia fronteriza de Coahuila, todavía asolada por los ataques de los indios y era una unidad administrativa “presidial”. Recuerde el lector que el “presidio” o puesto defensivo, fue una de las primeras instituciones de la frontera. El Comandante del Presidio representaba la justicia “suprema” y era de hecho, el gobernador. Una vez que se consideraba controlado el territorio y ya no se requerían los servicios de los militares, se instauraban los cargos ordinarios de administración, como el alcalde mayor, en sustitución del capitán o comandante del Presidio.

El Expediente

La documentación del caso que nos ocupa está dividida en tres expedientes; el primero contiene: a) la copia de los actos del proceso inquisitorial de 1747-1748, enviada a la capital al tribunal del Santo Oficio, acompañada de una carta en la que se piden órdenes para actual respecto del proceso; b) las instrucciones enviadas por el Tribunal del Santo Oficio de la capital al comisario inquisitorial de la villa de Monclova; c) una carta del comisario inquisitorial, donde se exponen algunos problemas en relación con los “reos”.

El segundo expediente contiene el proceso inquisitorial completo, con todos los testimonios entre 1747-1748. En el tercer expediente, que no está completo, aparecen las declaraciones y testimonios que se rinden en 1752, después de las instrucciones enviadas por el Tribunal de la Santa Inquisición.

El expediente revela cómo van apareciendo nuevos elementos a medida que se dan las declaraciones, gracias, por un lado a preguntas más precisas, pero por el otro, a las presiones o “sugerencias” ejercidas por los inquisidores.

Constan las declaraciones de María Inojosa, de Josepha Iruega y de India Frigenia que dan forma al proceso; se enfocan al uso de hierbas y sus efectos, así como a quien están dirigidos éstos maleficios. Luego en una segunda declaración de India Frigenia, se revela la distinción entre hechicería y brujería, con la descripción de la práctica de vuelo. Y las últimas declaraciones giran en torno a la brujería y sus prácticas, desde el pacto con el diablo –sustentado por una escritura firmada por las pactantes-, hasta la introducción de un ritual sacrílego con baile: el aquelarre.

“La práctica del aquelarre en las declaraciones está relatada con pocos particulares (detalles). Con su maestra Gregoria Brígida y su hermana Josepha pusieron los Zancarrones y bailaron alrededor, hasta que se cansaron. Que significa ese baile… era por obsequiar al demonio (…)”, según declaración de Antonia Quiteria.

La India Frigenia del pueblo de San Miguel de Aguayo, dijo: “…el maestro es un indio de la Punta llamado Diego”. A la pregunta: “¿Quiénes son hechiceros?”, Josepha Iruega contestó: “… Francisco de San Miguel es ierbista(…) le dio piedra “Maxica” para que pudiera andar y hablar sin que la pudieran ver(…) también trae la Maxica para ser jinete”.

En la declaración de María Borrega del Pueblo de Nadadores(…) dice que su Maestro de Brujería “fue Joseph llamado Cumuleon, indio nativo de Tlaxcala, Pueblo de Boca de Leones y que ya murió; que es bruja desde 24 hace 24 años”. Y Luisa Ramona (…) declaró: “Confieza(sic) de ser hechicera… su maestro fue Juan García Coyote de la Misión de Peyote”.

En el curso de la investigación se establece que los personajes mencionados como afines a las prácticas de la brujería, seguían el mismo patrón que en Europa y América: la mayoría eran mujeres. Y en el caso que nos ocupa, se encontraron una serie de personajes relacionados entre diversos asentamientos como villa de Monclova, Villa Nueva o San Buenavista, San Miguel de Aguayo, San Francisco, Nadadores, Presidio de Santa Rosa, La Punta, La Candela o Caldera, las haciendas del Carrizal, de los Cantatores, la Misión de San Jesús del Peyote, Saltillo de Tlaxcala y Boca de León de Tlaxcala.

Los Objetos Maléficos

Los investigadores originalmente detuvieron a Martín Tiperina, quien dijo haber encontrado la bolsa con el contenido diabólico, pero luego resultó que pertenecía a una mujer española llamada María Inojosa.

María dijo que la piedra imán era suya y los cabellos de Pedro Xavier, y la confección era “para que la quisiera”. Los otros artefactos habían sido preparados por India Frigenia para Josepha Iruegas, quien quería “maleficiar” a Joseph Antonio el Sastre. Todo eso se lo había hecho porque Tehodora Iruegas le había aconsejado ir con India Frigenia, que era hechicera.

Luego que declaró Josepha Iruegas se concluyó que la piedra imán con cabellos era de Pedro Xavier, “la vara de cabellos con las yerbas” había sido hecha con los cabellos de Bruno Herrera, Soldado del Presidio de Santa Rosa; “el fistol con hierban y cabellos” era de la “referida María para Pedro Xavier”; “la Varaña de cabellos y la raíz” eran de Josepha para Joseph Antonio el sastre, y los cabellos son suyos al fin de atraerlo”; las raíces y los polvos eran para “maleficios”.

El Juicio

La Santa Inquisición pronto realizó una serie de investigaciones comenzando por la india Frigenia, hasta que supo que en la ciudad había un grupo de mujeres que solían ir a Boca de Leones ahora Villa Aldama, que era donde vivía la jefa de las brujas, una española llamada doña Cata, que era la que las iniciaba en la brujeria.

Los historiadores sostienen que las brujas se venían volando y hacían sus reuniones en Monclova en un lado del Río, porque ahí las visitaba el maligno que siempre aparecía sentado en una silla con un gato.

Las brujas de Monclova fueron sujetas a juicios diversos por parte de la Santa Inquisición que luego las castigó en la picota, que era un poste como de dos metros y medio y que tenía un brazo, el cual se encontraba en el centro de la Plaza Principal y ahí era donde se castigaba a los delincuentes delante de toda la gente.

Se cuenta que a las brujas de Monclova las desnudaron en la plaza, les dieron de latigazos hasta que las dejaron casi muertas y las dejaban en el lugar para cuando se repusieran abandonaran esta ciudad con rumbo desconocido.

Todavía en estos tiempos aseguran que a veces en las madrugadas se han oído los gritos de aquellas mujeres que fueron castigadas por esas acusaciones de brujería.

(FUENTE: zocalo.com.mx)

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