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domingo, 21 de septiembre de 2014

Cuando el amor se vuelve obsesión


En algunas personas los sentimientos característicos del enamoramiento se pueden volver más intensos y crece en ellos la necesidad de poseer y dominar.

Así se produce una condición denominada trastorno del amor obsesivo, una enfermedad que requiere tratamiento.

Cuando dos personas se enamoran experimentan una atracción inicial abrumadora. En esa primera etapa hay una idealización del otro: los amantes tienen pensamientos persistentes en el objeto de sus deseos y sienten ganas de compartir cada momento con su pareja. Este interés disminuye paulatinamente y la relación experimenta una transformación de ese amor romántico, a uno basado en el compañerismo y la confianza. Esto es lo que se espera en mayor o menor medida de una relación sana.

Las relaciones evolucionan con el tiempo. La intensidad de la primera etapa disminuye y empiezan a cobrar importancia otros aspectos como el grado de compromiso, el apoyo, el respeto y la valoración del individuo y sus necesidades. Las personas fortalecen sus relaciones y las perpetúan para satisfacer su necesidad de sentirse cuidados, amados y acompañados. En las relaciones sanas, las personas encuentran el ambiente propicio y el apoyo necesario para desarrollarse como individuos independientes en los ámbitos social y profesional.

Pero en ciertos casos las personas fijan toda su atención y desarrollo en el ser amado y nacen comportamientos obsesivos intensos. Esta condición se conoce como el trastorno del amor obsesivo, es una enfermedad y por tal razón requiere tratamiento.

Esta condición se caracteriza por la insaciable necesidad de poseer y ser poseído, y dominar a la persona objeto de la obsesión. Quienes la padecen experimentan sentimientos intensos de celos, incertidumbre y resentimiento, que reemplazan al amor, la seguridad y la confianza. Las personas que sufren el trastorno sienten dolor intenso, angustia, preocupación y desasosiego cuando se encuentran lejos de la pareja o cuando por factores de tiempo, rechazo o disponibilidad física o emocional, no reciben la atención que demandan.

La satisfacción de sus demandas se convierte en una compulsión y fijación perpetua. Esta patología no es exclusiva de quienes han sostenido una relación que sobrepasó los límites; también la padecen personas que se obsesionan con personas a quienes ni siquiera conocen, les basta con solo haber tenido un fugaz contacto. Las obsesiones pueden abarcar acciones que van desde la simple contemplación, hasta el acecho y acoso.

Según los expertos, este tipo de conductas pueden originarse en la infancia o en los primeros años de la adolescencia. Factores como el abandono, el abuso físico o emocional, el descuido, la falta de afecto o la baja autoestima, pueden conducir a la persona a desarrollar este tipo de comportamientos.

El vacío emocional los lleva a la búsqueda desesperada de amor y aceptación, con la falsa creencia de que solo pueden ser felices si están correspondidos por la persona objeto de su obsesión. Crean una ilusión que los lleva cada vez más lejos de la verdad y que les genera sufrimiento y decepción.

Un niño que experimentó abandono o desamor puede desarrollar la tendencia a establecer relaciones disfuncionales. Los hijos de padres alcohólicos o adictos, según los psiquiatras, presentan un mayor riesgo de desarrollar estas conductas compulsivas.

La inseguridad, la auto percepción de vulnerabilidad y la creencia de ser poco afortunado en el amor, son factores que alimentan el trastorno del amor obsesivo y que obliga a quienes lo padecen, a aferrarse a la pareja de manera patológica. Sin embargo, se ha observado que las personas egocéntricas, individualistas y con ínfulas de superioridad, también son susceptibles de padecer este tipo de compulsiones, pues su idea de que son superiores a los demás, les impide aceptar el rechazo o el abandono.

Hay varios signos y síntomas que permiten a los especialistas establecer si un individuo está padeciendo el trastorno de amor obsesivo. Estos deben ser evaluados por un experto para diagnosticarlo y para definir el tratamiento.

Algunos pueden ser:

• Fijación de que solo estando con la pareja se está pleno y feliz.

• Visión de túnel. La persona no puede abstraerse de la imagen y recuerdo de la persona a la que aman, al grado de afectar sus actividades diarias y capacidad de concentración.

• Conductas neuróticas y compulsivas como llamadas o visitas continuas.

• Acecho para ejercer control, ya sea físico, a través de amigos y conocidos, o por medio de las redes sociales.

• Peleas por celos infundados o acusaciones falsas que se tornan cada vez más violentas.

• Indagatorias extenuantes.

• Monitoreo físico de las actividades de la pareja.

• Manipulaciones económicas o afectivas.

• Amenazas.

• Control excesivo de la apariencia, amistades y actividades del otro.

• Masoquismo y violaciones.

• Depresión y pensamientos suicidas.

• Pérdida de la autoestima, sentimientos de culpa y odio hacia sí mismo.

• Negación de que la relación llegó a su fin.

• Ira intensa y deseos de venganza.

• Adicción a drogas, alcohol, sexo, comida o juego.

Las intervenciones de los especialistas dependen de qué tan afectado está el individuo, y van desde pequeñas instrucciones para cambiar algunas actitudes nocivas, hasta el uso de medicamentos y la hospitalización.

Los expertos aconsejan:

• Mantener distancia

• Deshacerse de los recuerdos

• Permanecer en continua actividad

• Reunirse con la familia o amigos y evitar la soledad

• Unirse a grupos de apoyo

• Realizar actividades que permitan fortalecer la autoestima

• Buscar asesoría profesional

La persona afectada por este trastorno debe romper el círculo vicioso de la obsesión. El tratamiento debe estar enfocado a buscar las causas que generaron este comportamiento. Identificar el origen y entender los factores que lo causan conducirá a resolverlo definitivamente.

(FUENTE: semana.com)

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