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martes, 8 de abril de 2014

Nicaragua: Brujos de Diriomo cautivan a los turistas


La fama del municipio de Diriomo de ser un “Pueblo Brujo” está llamando cada vez más la atención de los turistas, que por interés de conseguir ayuda para resolver algún problema o para conocer de cerca lo que se dice del lugar y de la gente, acuden con mayor frecuencia a esta ciudad.

Algunos de los “curanderos” o adivinos afirman que los han visitado hasta turistas que han llegado en los cruceros que arriban al país, quienes los han buscado para recibir atención sobre diferentes problemas.

Turistas “embrujados” en Diriomo

Localizar su vivienda resulta lo más fácil y no es necesario hacer cita previa para ser atendido. La hora tampoco es ningún inconveniente. Los conductores de mototaxis del Parque Central se ofrecen de guías a los visitantes.

La casa de Andrea Peña Aguirre, en el barrio El Rastro, en Diriomo, es visitada diario por decenas de personas de todos los rincones del país, porque hace más de cuatro décadas que se dedica a “ayudar a las personas que padecen enfermedades que la ciencia no puede curar o mejorarles su suerte”, según explica.

La casa, construida de adobe, con techo de tejas y un corredor en el centro, como toda casa de la época colonial, no se diferencia de la mayoría que hay en el pueblo.

Andrea ronda los setenta años, tiene las facciones de los indígenas que poblaron primero la zona, los chorotegas, lo que hace más difícil adivinar su edad. En la sala de su casa y en su consultorio hay más de un centenar de imágenes de santos, la mayoría del Divino Niño, de quien dice ser devota y al que celebra cada año.

UNGUENTOS Y CÁSCARAS

“No soy bruja, ni nada por el estilo, soy curandera y guía espiritual”, aclara de entrada. Se identifica como médico naturista, sanando a los pacientes con ungüentos a base de plantas y cáscaras de árboles. También se auxilia de velas y oraciones como armas para vencer la enfermedad y la mala fortuna.

Su casa dista mucho de lo que se conoce como el refugio de una bruja. No es oscura ni tétrica, ni llena de telarañas, y tampoco usa sombrero negro de pico. No tiene bola de cristal ni se aprecia ninguna escoba voladora alrededor. Al contrario, tiene teléfono convencional, celular y TV con cable, y a los visitantes obsequia tarjetas de presentación.

En la sala, ocho personas esperan con paciencia ser atendidas. Curiosamente, todas mujeres. Los motivos de sus visitas son diversos, desde tratarse una enfermedad, saber con quién se la “pega” su marido o conocer el futuro mediante la lectura de las cartas.

Las mujeres no tienen ningún reparo en responder el motivo por el que consultarán a Andrea, pero se niegan a brindarnos su nombre, y menos ser fotografiadas.

“Vengo porque desde hace días ando un dolor en el cerebro, ella es muy buena, yo le tengo fe, ya he venido otras veces”, expresa “María”, habitante de Masatepe, mientras amamanta a su bebé.

(FUENTE: elnuevodiario.com.ni)

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